Tengo unos socios que no merezco y el pasado 17 de Marzo, coincidiendo con mi cumpleaños y sabiendo lo mucho que me gusta el deporte y lo que me ha enganchado el “3 en uno” de la triatlón, me regalaron la inscripción para el Santander Triathlon Series de Castellón. Lo mejor del regalo era que incluía vivir la experiencia con David Rodríguez, uno de mis socios, director técnico de Activolution desde que pudimos tenerlo en nómina y, lo mejor, un amigo incombustible de los que uno se echaría a la mochila para que le acompañara a cualquier reto.
La aventura empezó el sábado 2 de julio gracias a la aportación inestimable de mis padres que nos cedieron amablemente su coche, bastante más grande que el mío, gracias a ello pudimos poner las 2 bicis de forma cómoda y el viaje fue mucho más llevadero para afrontar 840 km. en apenas 24 horas, 5 horas de sueño y 51,5Km. a nado, bici y carrera. Os aseguro que el coche no es baladí en estos asuntos.
Llegamos a Castellón sobre las 19.30 horas del sábado, nos dirigimos a la zona de inscripciones, elucubramos un poco sobre la situación de los boxes (los montan la noche previa) y visualizamos las transiciones. De ahí al hotel que tan minuciosamente había elegido, un NH a apenas 1km. de los boxes. Todo muy correcto, incluido un “upgrade” de habitación por un error en la reserva que nos asignaba una cama de matrimonio. Tampoco hubiera pasado nada por compartir cama con David, pero nos hicimos los puritanos y de repente, sin saber nadie las razones, apareció una habitación disponible que solo minutos antes estaba ocupada, en fin… desde bien pequeños nos adoctrinan para saber que quien no llora no mama…
Mi cabeza, que trata de estar siempre en “modo positivo” para paliar los nervios previos a estos eventos, me repetía que estaba todo saliendo de maravilla y eso siempre es vaticinio de una gran triatlón. Ducha, preparación de la bici, dorsales y a cenar a uno de los italianos con más opiniones y mejores referencias en TripAdvisor.
El restaurante estaba en Castellón, el hotel y la triatlón en el Grao (la zona de la playa) de Castellón, llegamos al restaurante italiano y cenamos pasta y pizza hecha en horno de leña, todo con una gran pantalla habilitada para la ocasión, coincidía el Italia-Alemania de cuartos de la Eurocopa. Antes de que terminara, y siguiendo el horario previsto, nos dirigimos al hotel para poder estar en la cama a las 23:00 y dormir 7 horitas. Mi cabeza seguía pensando en lo positivo que es que los planes salgan como uno visualiza… pero, SORPRESA!! Empezamos a ver controles policiales y calles cerradas. Lo primero no me preocupaba lo más mínimo porque no soy de combinar bebida con conducción, ni bebida con deporte, por lo tanto, doble motivo para estar tranquilo. Pero lo segundo si me preocupaba, no podíamos llegar a nuestro hotel y cuando descubrimos los motivos la preocupación fue en aumento, eran las fiestas del Grao de Castellón y lo celebran cerrando calles, con fuegos artificiales y, lo peor, con caceroladas y tracas (que aficionados son los valencianos y alicantinos a hacer ruido). De todo ello dimos buena cuenta durante las siguientes 3 horas. Aparcar el coche nos costó hora y media, por supuesto a las afueras del Grao, muy alejado del hotel. Corriendo podíamos haber llegado al hotel en unos 10 min. pero no teníamos cuerpo (ni cabeza) para ponernos a correr, llamamos a un taxi que nos dejó lo más cerca que pudo. La siguiente hora y media la pasamos con la almohada tratando de mitigar los efectos de las fiestas. Os aseguro que nuestro hotel parecía estar en el epicentro del “correfocs”.
A las 6.15 sonó el despertador, desayunamos bien y a las 7:15 estábamos haciendo cola para entrar en boxes. Muy a nuestro pesar nos hicieron quitar los acoples, según decía una chica de la organización desde el año pasado no dejaban, sin mucha intención de hacerle cambiar de idea le dije que el año pasado hice 2 pruebas con ellos (Tarragona y Málaga). Puso cara de circunstancia y nos pusimos a quitar los acoples de las bicis. A partir de ahí, organizamos todo para las transiciones y nos vamos hacia la orilla. David decide no mojarse, yo decido lo contrario y ver la altura de las olas de cerca. Hacia viento, empezaba a llover y había una fuerte corriente hacia el espigón. Es una pena porque, aunque las condiciones son las mismas para todos, lo bonito de la natación es conseguir llegar a fluir, y con olas de 1 metro es difícil que nada fluya.
Durante los 10 minutos previos a la salida comentamos con David cosas sin importancia, nos concentramos y decidimos la estrategia de la entrada al agua, para los que no habéis hecho nunca una triatlón, esa es la parte más agobiante porque se tarda en coger el ritmo y tienes a cientos de personas alrededor interactuando contigo, unos intentan pasarte por encima y otros te incitan a que seas tu el que les pase por encima. Los buenos dicen que es importante coger unos buenos “pies” para seguirlos y nadar con menos resistencia al agua. Yo simplemente intento nadar tranquilo a buen ritmo.
Dan la salida a un circuito de 2 vueltas, los primeros metros son muy complicados, olas que rompen en la cara, brazadas al aire, buceo un par de olas, a medida que hay más profundidad la cosa mejora y casualidades de la vida al coger la segunda boya que delimita el recorrido veo a un tío que parece David… Es David! Le doy un grito de ánimos. Ya no lo volví a ver hasta que nos cruzamos en el circuito del sector carrera. Sigo a lo mío que suficiente tengo, me suena el reloj para marcar los primeros 1.000, me resisto a verlo pero lo hago, veo que estoy en 17min. me vengo arriba porque tal y como está la mar no pensaba que fuera a llevar ese ritmo. Eso si, por entonces ya se que voy a hacer más de 1.500 metros. La segunda vuelta se me hace más corta, llevo mi ritmo hasta que hago pie y empiezo a correr para dirigirme a la transición. Mi Garmin marca 33:01 para los 1.900 metros! (400 extras).
Voy a por la bici, doy un par de mordiscos a un plátano que tengo en box y empiezo a pedalear!
Me encuentro bien pero no logro ver ningún grupo interesante al que pueda unirme, posiblemente los interesantes nadan más rápido y los tengo que coger en su segunda vuelta al circuito (eran 4 vueltas de 9,5km cada una). Cojo un buen ritmo de 35km/hora y sigo solo un buen rato. De vez en cuando siento que hay alguno que me sigue, pero sin relevar. Finalmente oigo una voz que me dice “te voy relevando, perdona pero hasta que he podido cogerte el ritmo..” parece una tontería pero mi cabeza vuelve a hablarme “Bien Ricardo, si les cuesta cogerte el ritmo es que vas bien.” Se junta un tercero con poca pinta atlética pero con buenas piernas para la bici, además es uno de esos a los que les gusta hablar. Recuerdo que el glorioso Real Zaragoza que ganó la Recopa en el año 92 tenia en sus filas a un jugador uruguayo “Gustavo Poyet” que apodaban “la radio”, pues este chico era una versión de Poyet pero en el mundo del ciclismo. Por cierto, volveremos a tener a Poyet en la liga española, este año como entrenador del Betis. Seguimos a 35km/h, nos relevamos con confianza y con la intención de coger un buen grupo. Y eso hacemos, logramos engancharnos a los “pros” que van a 40km/hora. Aguantamos un rato pero una de las rotondas pierdo rueda y es casi imposible recuperarla. Sigo a mis 35km y vuelvo a enganchar con otro grupo, este ya no lo perdería, a este grupo también se enganchó mi primer relevista y “la radio”.
Fuimos dando relevos y llegamos a la transición bici carrera con un tiempo de 1 hora y 4 minutos según mi Garmin 910xt. Algo menos de 2 minutos para dejar la bici y salir corriendo, mi sector favorito! Paso por debajo del reloj y veo 1 hora y 45 minutos de tiempo acumulado, mi cabeza hace el cálculo y se que voy a estar por debajo de mi mejor tiempo esperado. Tenía en mente hacerlo en 2:35 y por muy mal que me fuera la carrera no iba a estar por encima de las 2 horas treinta. La primera vuelta la hago a un ritmo de 4.:35/min. me parece que puedo apretar más pero estoy en buenos tiempos y lo más importante es llegar (tengo una doble rotura de cruzado anterior sin operar y cuando el músculo me falla puedo tener problemas) por lo tanto intento cuidarme a ese ritmo para terminar por debajo de mis mejores previsiones. Segundo km. a 4:40 y de ahí hasta el final mantengo ritmo. El cuerpo me aguanta bien con apenas un pequeño dolor de estómago, solo tomo frutos secos, agua y sales diluidas, quizá las sales son las que me han alterado el estómago ya que hacia tiempo que no entrenaba con sales. El trimono me aprieta, me da tiempo a pensar que estoy con algo más de volumen que el año pasado mientras me abro el trimono hasta el esternón que se supone que es lo máximo que permiten las normas. Veo a gente con el trimono totalmente abierto y decido bajar un poco más la cremallera.
Cuando voy a dar la última vuelta me encuentro a un atleta hablando solo, me pregunta sobre la distancia que marca mi reloj, que a él le salen menos km. le confirmo que si, que al final haremos un par de km. menos. Es decir, la parte del running se queda en 8km. en lugar de los 10km. Precisamente por eso mi ritmo oficial es de 3:27 min/km. No es real. Lo que si es real es el tiempo final 2 horas 17 minutos y 43 segundos. Si añadimos 2 km. más a ritmo de 4:40 me hubiera salido un tiempo de 2:27:03
A partir de ahí, un muy buen arroz en el restaurante Mediterráneo del Grao, regentado por 3 hermanos amabilisísimos que son la 3ª generación del negocio, mientras repasamos con David lo bonito de la experiencia. Repetiremos, eso si, asegurándonos que el hotel no está en el medio de las fiestas municipales. Me quedo con las buenas sensaciones que espero confirmarlas en la triatlón de Tarragona. ¡Os contaré!