La realidad fáctica es que llevamos algo más de tres semanas confinados por un virus llamado covid-19 y que, lamentablemente, está poniendo en serios apuros al sistema sanitario mundial.
A partir de ahí, este confinamiento, como casi todo en la vida, lo podemos afrontar de dos formas antagónicas: lamentándonos o aprovechando la situación. Es más, somos humanos y es posible que cada uno de nosotros tenga un poco de ambas formas de vivirlo según el día o la semana. Pero si visto así, la gran mayoría estará de acuerdo en que es mejor aprovecharlo, ¿Por qué cuesta tanto? Pues también como casi todo en la vida, por un tema de enfoque que, a la vez, viene determinado por una buena gestión de la cabeza y, en concreto, por el autocontrol emocional.
¡Seamos positivos! Hay multitud de caminos para serlo, lo que vale para unos no vale para otros, pero lo que está claro es que positividad llama a positivimo y que cualquier input negativo no ayuda en nada, en todo caso merma la capacidad de mantenernos positivos.
Facebook, Twitter, Instagram… todos tenemos un megáfono que lanza nuestros mensajes más allá de lo que jamás en la historia había podido hacerse. Si unimos a esa capacidad la reflexión de que todos los actos tienen consecuencias, la mezcla es explosiva y, a veces, dañina. Tener un megáfono es «guay» pero entraña responsabilidades. ¿Sabemos usarlo?
No tenemos por qué opinar sobre todo, no tenemos por qué saber absolutamente sobre cualquier asunto del momento. Últimamente parece que todos sabemos sobre medicina, sociología, psicología… ah! y también sobre fenómenos paranormales. Es importante tomar conciencia que no sabemos de todo, es más, en general sabemos poco y sobre pocas cosas, eso si, hay áreas de competencia dónde tenemos la percepción de que sabemos un poco más, pero no seamos ilusos y autocomplacientes, no sabemos de todo.
Volviendo a las áreas de competencia, aprovechémoslas para intentar comunicar y esparcir el conocimiento. El problema es cuando saliéndonos de ellas generamos negatividad. No tenemos por qué compartir con «el mundo» todo lo que pensamos, y menos si es negativo. Está claro que opinar, como pensar, es gratis y podemos hacerlo cuando nos de la gana (¡faltaría!) pero en «petit comité» porque si usamos nuestros megáfonos para esparcir negatividad estamos haciendo un flaco favor al resto. No debemos olvidar que los actos tienen consecuencias, a veces imperceptibles por nosotros porque afectan a personas que ni siquiera conocemos pero a las que llegó nuestro mensaje. Intentemos no aportar negatividad, no generar miedos, teorías conspiratórias, en definitiva no abramos melones negativos, seamos responsables y empáticos. Suficiente tenemos con la corriente de negatividad que nos generan los medios en general, donde exacerbar la noticia es lo importante. En el mundo real las cosas deberían fluctuar entre «bastante buenas» y «no tan buenas» pero en el mundo del periodismo, a la postre lo arrastran a algunas personas al mundo real, la percepción oscila entre «perfecta» o «desesperada» sin que pase por el equilibrio en ningún momento.
Empatía y positividad. De igual forma que nuestro megáfono entraña responsabilidades también nos da poder. Usemos ese poder para ayudar a aquellos más débiles, una sonrisa, un gesto, un comentario positivo, un mensaje de optimismo. Desde aportaciones más concretas sobre temas que conocemos a simples comentarios que aporten ese rayito de luz que mucha gente necesita. ¡Vamoooooos!