Por fin… eso es lo que me viene a la cabeza cuando pienso en el año 2014 en términos empresariales, ¡por fin se ha terminado!
Ha sido un año duro en el que hemos tenido que reorganizar la estructura de alguna de las empresas para poder seguir adelante, eso significa que hemos tenido que afrontar, desde mi punto de vista, el peor de los momentos que un emprendedor tiene que afrontar, el momento en el que tienes que decirle a alguien de tu equipo algo así como: “Lamentablemente la organización no es capaz de soportar la actual estructura…” teniendo que prescindir de una persona que, no olvidemos, también fue seleccionada por nosotros. Es un momento incómodo, tenso y aunque eres conocedor que esa es la menos mala de las opciones (la otra sería no despedir, con las consecuencias económicas que esa decisión, o la falta de decisión, generaría a la empresa y que, en un futuro, podría ocasionar que se pasara de un despido puntual a un despido colectivo), como decía, aunque uno pueda ser conocedor de que esa persona va a encontrar otro barco en el que embarcar ya que tiene capacidades para acometer grandes retos, a uno siempre le apena que no sea en la misma travesía que uno está acometiendo. En el fondo no deja de ser un fracaso, un fracaso profesional derivado de múltiples factores pero dentro de esas causas, sin duda, está la propia empresa que no ha sido capaz de llegar a conseguir esos objetivos planteados en el momento del proceso de selección en el que, ahora la persona damnificada, fue la persona escogida. Lamentablemente en el 2014 he tenido que afrontar en varias ocasiones esa situación. Pero analicemos el año por pasos.
Inicié el año 2014 en USA, fue un primer trimestre muy interesante en el que compartí experiencias con grandes tipos, grandes emprendedores, y con personas de muy diversas culturas. El segundo trimestre fue de organización estratégica para ordenar todas esas ideas que fueron naciendo fruto de esas reuniones. El tercer y cuarto trimestre han sido de desarrollos y reorganización interna para ya en el primer trimestre del 2015 poder tener en el aire todo en lo que hemos estado trabajando durante un año completo.
Si nos ceñimos a un análisis puramente financiero, este ha sido el peor de los años desde la manida referencia al inicios de la crisis “Lehman Brothers”. La explicación a este tardío efecto en Activolution se debe a que tenemos un 95% de exposición al sector educacional y si bien en los inicios de una crisis la gente pierde su empleo y se refugia en la formación para potenciar su perfil y tratar de encontrar otro empleo, a medida que se alarga la crisis y se prolonga la situación de desempleo, las personas sólo pueden optar por acceder a una formación más económica o directamente, por falta de crédito, cambian sus prioridades y lo poco que disponen lo destinan a saciar sus necesidades más básicas. Creo firmemente que el futuro de un país puede vislumbrarse por la situación actual de su sistema educativo y, en los últimos años en nuestro país, lamentablemente, se ha producido un trasvase de demanda de programas formativos de un coste más alto hacia una demanda de programas “low-cost”. Este mismo efecto se ha producido en otros sectores, han irrumpido con fuerza panaderías low-cost, han nacido franquicias de restauración que priman el precio a la calidad y que están creciendo a ritmos importantes, etc.. pero en este caso ¡hablamos del sector formativo!, y llamadme retrogrado pero siempre he considerado (dejando a un lado la formación pública) que el coste de la formación suele tener una relación prácticamente directa con la calidad de la misma. Si estoy en lo cierto, no hace falta ser muy hábil para ver hacia donde se dirige España.
De todas formas, como buen emprendedor (no digo que sea buen emprendedor sino que tengo varias características propias de los emprendedores) vamos a terminar el post con un mensaje positivo. Aprovechemos este 2015 porque sin duda veremos refrendar los buenos datos que desde hace ya unos meses se afanan a vislumbrar desde los medios sociales, un año en el que seguro que la inversión, por lo menos la pública, hará esfuerzos importantes por invertir lo que sea necesario, olvidándose en parte del déficit fiscal y del porcentaje de la deuda sobre el PIB, aprovechando la benevolencia de los mercados reflejada en nuestra prima de riesgo, para poder acometer inversiones que a la vez generen negocio a empresas privadas. Éstas necesitarán más equipo y, como por arte de magia, conseguiremos que el sector público y privado rebajen el paro del país, con el consiguiente aumento en consumo que se reflejará a nivel estadístico en los datos más significativos que cíclicamente se analizan en los medios: evolución del PIB, evolución de la tasa de desempleo y confianza en la evolución económica. Y es que, no debemos olvidar que SI, este año hay elecciones. Lo que pase en el 2016 ya es otra cosa… pero como no soy un gurú y, como he prometido al inicio de este párrafo, quiero terminar con un mensaje positivo, lo dicho: ¡Aprovechemos este 2015! Porque puede ser que no tengamos otro parecido, por lo menos, hasta dentro de otros 4 años…