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Lecciones de vida en sitios insospechados

Peter Lynch dice en su libro «Un paso por delante de Wall Street» que en lugares insospechados, simplemente siendo observadores, podemos encontrar fabulosas opciones de inversión, pues ocurre exactamente lo mismo sobre las lecciones de vida. En cualquier momento, en cualquier situación, podemos aprender y mejorar nuestra forma de afrontar la vida y, ya cuando tengamos interiorizadas una serie de claves, solo entonces, podremos cambiar la palabra «afrontar» por «disfrutar». Y no se trata de un cambio baladí.

Disfrutemos la vida en lugar de afrontarla, dejemos de ser nuestro peor enemigo.

Hace mucho que no escribo y esta vez lo hago de forma sucinta para compartir algo que me ha ocurrido hace apenas 3 días. Por contextualizar, estaba en la sala de espera de una consulta médica y llega un chico invidente acompañado de un sanitario y de su perro guía, se aposenta, su perro se tumba después de hacer su trabajo, y nos quedamos los dos solos. Le saludo para que sepa que está acompañado, me devuelve el saludo y empieza a hablar por teléfono.

Marc, así se llama el chico, realizó varias llamadas, yo no pretendía escuchar nada, pero estábamos solos y me fue inevitable hacerlo. En una de ellas comentaba que le iban a operar pero que estaba todo estupendo, en absolutamente todo lo que decía transmitía POSITIVISMO. Primera lección, que nos regaló Marc:

No importan las circunstancias, lo que realmente cuenta es la ACTITUD ante ellas.

Marc seguía hablando mientras yo observaba a su perro guía, que maravilla los animales en general y que bonita la labor que hacen los perros guía en particular, poder ser literalmente «los ojos de tu amo» cuando los necesita me parece uno de los actos de amor más bonitos que puedan existir. Estoy seguro que, con toda la razón del mundo, se sienten perros especiales. Lo son.

Mientras yo divagaba en mis pensamientos Marc encadenó la tercera o cuarta llamada. Se trataba de una amiga que iba a ir a recogerlo a la consulta médica. Desde el momento en el que empezó la conversación Marc supo que ella estaba mal, agobiada. Así que empezó a decirle que no se preocupara lo más mínimo, que el hecho de que su GPS del coche le hubiera hecho perderse no tenia importancia, además le apuntaba que debía usar uno de móvil porque los del coche «siempre la lían». Su amiga debía estar sumida en la más profunda desesperación porque Marc seguía diciendo «No digas eso, tú eres inútil para algunas cosas y super útil para muchas otras, como absolutamente todas las personas» Y le ponía un ejemplo en el que Marc se sentía inútil «Yo no logro hacer bien el pescado, o lo dejo crudo o lo paso de punto…pero de todas formas lo sigo intentando y más importante aún, me perdono cada vez que fallo. A ti te da pánico conducir y no es lo mejor que haces, pero aún y así lo haces infinitamente mejor que yo que directamente no puedo hacerlo. Además te agradezco que lo hayas intentado».

No debemos exigirnos ser perfectos porque no lo somos, debemos intentar mejorar, pero también debemos perdonarnos cada vez que fallamos.

Marc seguía dando soluciones a la «situación» de su amiga. «Estás por Pozuelo, pues bien, allí hay un Corte Inglés, aparca, pídete un vino y yo llegaré en cuanto salga de aquí para brindar contigo. Hemos venido a esta vida para disfrutarla, así que no dejes que te agobie un «problema» que se soluciona con 10 euros de taxi que es lo que me va a costar a mi llegar a dónde estás tú.»

A grandes males, grandes remedios. Qué importante es contextualizar las cosas para darnos cuenta que hay agobios diarios que no deberían tener el poder de cambiar nuestro estado de ánimo. Seamos pragmáticos y seremos más felices.

Cuando Marc colgó la llamada le pedí perdón por no haber podido evitar escucharlo, le dije que acababa de regalarme una de las mejores charlas TED a la que poder asistir y que, sin duda, le agradecía esa lección de vida. Seguí diciéndole que daba gusto ese positivismo y que esa chica era una afortunada por tenerlo a él como amigo. Se sonrojó al principio para después responderme que agradecía mis palabras. Seguimos hablando un buen rato hasta que me llamaron a consulta, pero esos minutos de conversación no hicieron más que confirmar que era un tío que merecía MUCHO la pena. Ojalá tuviéramos más Marc(s) en nuestras vidas.

Marc, ¡Gracias por tu ejemplo y por tus lecciones de vida! lecciones que, aunque haya muchos que se jactan de conocer, no hay tantos que las practican.

Suerte en todo lo que hagas y…
¡A disfrutar la vida!