Lo sé, el verbo «controlar» tiene connotaciones negativas y puede asociarse a la manipulación de personas. Nada más lejos de mi intención. Mi pensamiento en voz alta va sobre la sensación de control sobre algunas situaciones. Algunos ejemplos pueden ser muy claros y otros más controvertidos, voy a intentar explicarme.
¿Podemos preparar la cita «perfecta» con aquella persona que tanto nos gusta?
¡Claro que si! De hecho debemos prepararla por varias razones que explicaré al final de mi reflexión, pero mejor será que el control de la situación no sea uno de esos motivos. Simplemente porque el «factor humano» y la «aleatoriedad» del comportamiento individual entrarán en juego y frustrarán nuestras intenciones. Por mucho tiempo que le dediquemos a la preparación de la cita, lo único que podemos aspirar a conseguir es a aumentar la sensación de control, esa sensación nos dará seguridad y puede ser clave para que la cita sea un éxito (denominando éxito a cualquier objetivo que uno se plantee). Pero, aún y así, en ningún caso el éxito será causa directa del control adquirido por la preparación.
¿Podemos controlar una entrevista de trabajo gracias a su preparación?
Nos ponemos en situación. Queremos, perdón… deseamos, ese puesto de trabajo para el que tenemos una entrevista en un par de días. ¿Podemos prepararla para llegar a tener la sensación de control de la situación? Mi respuesta es SI, podemos prepararnos para tener esa sensación. Pero cuidado, he vuelto a decir «sensación» de control. Trabajando la entrevista, investigando sobre la empresa a la que queremos dedicar nuestro futuro laboral, intentando conocer sus valores, revisando nuestro cv y viendo que competencias debemos destacar para hacernos con el puesto. En definitiva, teletransportándonos al día y hora de la entrevista llegaremos a esa falsa ilusión de control. Esa ilusión es directamente proporcional al tiempo que dediquemos a prepararnos.
Pero cuidado, es una falacia psicológica porque en ningún caso, por muchas horas dedicadas a prepararnos, tendremos un control sobre esa situación. De hecho es completamente imposible tenerlo, ya que intervienen muchos factores que pueden hacer que los acontecimientos vayan en una u otra dirección, pero lo más «incontrolable» que puede intervenir es la acción humana. Simplemente porque desde mi punto de vista, la «imprevisibilidad» es inherente a la naturaleza humana en muchas áreas del comportamiento y con esto no creo que contradiga al admirado economista austríaco, Ludwig Von Misses en su libro «La acción humana», yo estoy hablando de imprevisibilidad individual vs. la previsibilidad grupal de la praxeología.
Volviendo a las situaciones expuestas, como mínimo van a interactuar dos personas con sus respectivas situaciones personales, situaciones profesionales, con sus estados de humor, que pueden verse alterados por detalles minúsculos que acontezcan en cualquier momento antes del evento, en el trayecto, la noche anterior…y que, a la postre, cambian el estado anímico de las personas y, sin duda, el devenir de ese momento sin que tenga ningún tipo de compasión con nosotros por habernos preparado a conciencia.
Últimamente estoy leyendo mucho sobre la escuela de filosofía estoica. Disculpad el salto porque para ello hay que irse 19 siglos atrás y remontarse a la época de Séneca (Filósofo), Marco Aurelio (Emperador) y Epicteto (Esclavo), los tres, pese a tener circunstancias económicas y vitales muy distintas, compartían su creencia por las ideas de la escuela del estoicismo . Epicteto logró tener su propia escuela, una persona admirable sobre la que os recomiendo investigar. A lo que nos atañe, ya los estoicos hablaban sobre la DICOTOMIA DE CONTROL. Su exposición me parece pragmática e interesante para evitar pérdidas de tiempo, de foco y lo más importante, de sufrimiento emocional.
«El hombre sabio se preocupa por la intención de sus acciones, no por sus resultados. Nuestra acción inicial está bajo nuestro control, pero la fortuna determina su final.»
Séneca
«Tú tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos. Date cuenta de esto y encontrarás tu fuerza.»
Marco Aurelio
«En la vida, nuestro primer trabajo es dividir y distinguir las cosas en dos categorías: las circunstancias externas que no puedo controlar, y las decisiones que tomo respecto a ellas y que tengo bajo mi control.»
Epicteto
Dicho esto, ¿Entonces es mejor no preparar las cosas? PARA NADA. Vuelvo al ejemplo de la cena con aquella persona que tanto nos gusta, o por lo menos nos gusta lo que hemos proyectado sobre ella. Hay que hacerlo básicamente por 3 motivos:
- La ilusión. La preparación nos teletransporta a ese momento que estamos preparando y la ilusión es una de las cosas más bonitas que nos da la vida, lamentablemente los años hacen que se vaya perdiendo pero debemos animarnos a renovar esas ilusiones porque, sin duda, es alimento y síntoma de disfrute vital.
- La imaginación. La gran ventaja de preparar las situaciones en nuestra cabeza es que nos permite vivirlas como nosotros desearíamos que fueran. Cuidado con esto porque en ocasiones la cabeza es traicionera y no debemos caer en que esa fuerza se vuelva en nuestra contra añadiendo miedos e inseguridades a la visualización del momento, si eso ocurre mejor no imaginar. Lo dicho, proyectemos en positivo y hagámoslo tantas veces como queramos, imaginar/soñar es gratis. Y cuando esa cabeza nos traicione pensemos en una de mis frases favoritas:
«Al final todo irá bien.. y si no va bien es que no es el final.»
- La conciencia. Quizá suene raro incluir la conciencia como tercer punto pero la incluyo porque siempre nos han enseñado que las cosas que valen la pena requieren de un esfuerzo. Las cosas importantes en la vida necesitan preparación, detalle, mimo. Y a eso me refiero, vaya o no vaya bien el acontecimiento en cuestión, nuestras mejores intenciones estaban allí. El simple hecho de haberle dedicado un tiempo a su «preparación» nos otorga el derecho, sea cual sea el resultado final, a sentirnos bien con nosotros mismos y a tener la conciencia tranquila por haberlo intentado.
En definitiva es bueno buscar esa «falsa sensación de control» porque nos dará la tranquilidad previa, y la paz posterior, de haber hecho lo que uno entendía que debía hacer y eso, hacer las cosas con ilusión y con las mejores de las intenciones, es la mejor elección que podemos tomar en cualquier momento para mantener alimentada nuestra paz interior.
Si finalmente no somos exitosos, no nos atormentemos por lo que pudo o dejo de ser, seamos positivos y pensemos que dimos lo mejor de nosotros para conseguirlo, no pudo ser pero lo intentamos y, unas veces de forma consciente y otras de forma inconsciente, aprenderemos y mejoraremos en el proceso.